miércoles, 30 de marzo de 2011

EJERCICIOS DE REPASO PREVIOS AL EXAMEN RECUPERACIÓN DE 1º ESO


1) Lee el siguiente texto y a continuación responde a las preguntas que se formulan:

Que griten. Yo, como si fuese sordo. Que arañen sus elegantes forros de seda. A solo me pagan para que vigile esto, no para que cuide de ellos ni para que me quiten el sueño con sus gritos. ¿Que bebo demasiado? Noqué harían ustedes en mi lugar. Aquí las noches son muy largas… Digo yo que deberían tener más cuidado de ellos, no traerlos aquí para que luego estén todo el tiempo gritando, como lobos. Ahora bien, que griten. Yo, como si fuese sordo.  Pero si a alguno se le ocurre aparecer por aquí, lo desbarato y lo mando al infierno de una vez, para que grite al Demonio… Pero a mí que me dejen. Tengo que beber para coger el sueño. Si ellos están sufriendo, si están desesperados, que se aguanten un poco. Nadie es feliz. ¿Qué culpa tengo yo de que los entierren vivos? Y claro, ellos gritan.
Felipe Benítez Reyes, El vigilante

1.1. ¿A qué clase de palabra pertenecen los elementos señalados en negrita? Pon la respuesta justo debajo de la palabra.
1.2. ¿Recuerdas cuáles eran las formas no personales del verbo? Infinitivo, gerundio y participio. Señala las que encuentres en el texto.
1.3. ¿A qué clase de texto pertenece este fragmento? Piénsalo bien y explica por qué.


1.4. ¿Qué tipo de sustantivos son? A continuación divídelos en raíz, prefijos y sufijos.
Cementerio è
Bebida è
Flores è
Pesadilla è
Sufrimiento è
Encinar è

1.5. Indica en qué tiempo, modo, número y persona están los siguientes verbos:
Griten è
Hayas estado è
Comprendieses è
Estabas è
Pensarías è
Hubimos llegado è
Hubiéramos aceptado è

1.6. Separa en sujeto y predicado las siguientes oraciones. A continuación subraya sus núcleos:
-          Los muertos gritaban desde sus ataúdes.
-          Desde su garita el vigilante los escuchaba
-          No se oían los gritos desde la terraza
-          En tu casa vive un fantasma.
1.7. Indica si son determinantes o pronombres los elementos destacados en negrita. Di también de qué tipo son.
- Algunos habían llegado antes que .
- Los chicos los han dejado tirados en la papelera.
- Algún día sabrás mi verdad.
- Pocos niños hoy en día comen tan poco.
- Aquella es mi hija Claudia.
- Para que nos está mintiendo.
1.8. Coloca la forma adecuada en los huecos correspondientes:
- Quizás _____________ (haya/halla) un nido en la cima de ese árbol.
- ______ (él/el) desconoce que un ____________ (rayo/rallo) _____ (ha/a) caído sobre su casa.
- Al _____________ (rayar/rallar) las zanahorias ten cuidado de no cortarte.
- Hemos tomado un ______ (te/té) en la cafetería y después apareciste ____ (tú/tu).
- Estuvo __________ (errando/herrando) por las calles hasta que me encontró a _____ (mí/mi).
- Voy _____________ (haber/a ver) si tengo una aspirina en ________ (mí/mi) bolso.
- Al ______________ (revelar/rebelar) las fotos veremos qué tal hemos salido.
- Si te estás ____________ (callado/cayado) te doy a _____ (tí/ti) un caramelo.
- ____________ (tubo/tuvo) que irse porque la puerta no ___________ (habría/abría).
- Cuando __________ (iva/iba) por la calle ___________ (halló/hayó) una sortija de oro.


1.9. Continúa el intrigante fragmento de El vigilante.

Contenidos a estudiar para el examen de Pendientes de 1º ESO

1. Elementos de la comunicación.
- Observación de diferencias relevantes, contextuales y formales entre comunicación
oral y escrita y entre los usos coloquiales y formales, especialmente los propios del
ámbito escolar.
2. Tipologías textuales: exposición, narración, descripción y diálogo.
3. Habilidades lingüísticas.
3.1. Escuchar, hablar y conversar.
- Comprensión de noticias de actualidad próximas a los intereses del
alumnado procedentes de los medios de comunicación audiovisual.
- Comprensión de textos orales utilizados en el ámbito académico atendiendo
especialmente a la presentación de tareas e instrucciones para su
realización, a breves exposiciones orales y a la obtención de informaciones
de documentales tomados de los medios de comunicación.
- Exposición de informaciones de actualidad tomadas de los medios de
comunicación.
- Narración oral, a partir de un guión preparado previamente, de hechos
relacionados con la experiencia, presentada de forma secuenciada y con
claridad, insertando descripciones sencillas e incluyendo sentimientos y
valoraciones en relación con lo expuesto, con ayuda de medios
audiovisuales y de las tecnologías de la información y la comunicación.

 
- Participación activa en situaciones de comunicación propias del ámbito
académico, especialmente en la petición de aclaraciones ante una
instrucción, en propuestas sobre el modo de organizar las tareas, en la
descripción de secuencias sencillas de actividades realizadas, en el
intercambio de opiniones y en la exposición de conclusiones.
- Actitud de cooperación y de respeto en situaciones de aprendizaje
compartido.
- Utilización de la lengua para tomar conciencia de los conocimientos, las
ideas y los sentimientos propios, y para regular la propia conducta.
3.2. Leer. Comprensión de textos escritos.
- Comprensión de textos propios de la vida cotidiana y de las relaciones
sociales en ámbitos próximos a la experiencia del alumnado, como
instrucciones de uso, normas y avisos.
- Comprensión de textos de los medios de comunicación, atendiendo
especialmente a la estructura del periódico (secciones y géneros) y a los
elementos paratextuales, con especial atención a las noticias relacionadas
con la vida cotidiana y la información de hechos.
- Comprensión de textos del ámbito académico, atendiendo especialmente alos de carácter expositivo y explicativo, a las instrucciones para realizar
tareas, a la consulta, en diversos soportes, de diccionarios, glosarios y otras
fuentes de información, como enciclopedias y
- Actitud reflexiva y crítica referida a la información disponible ante los
mensajes que supongan cualquier tipo de discriminación.
3.3. Composición de textos escritos.
- Adquisición de una letra personal adecuada a su madurez, clara y distinta,
con uso normativo de mayúsculas y minúsculas.
- Composición de textos propios de la vida cotidiana y de las relaciones
sociales en ámbitos próximos a la experiencia del alumnado, como cartas,
notas y avisos.
- Composición de textos propios de los medios de comunicación,
especialmente noticias, destinados a un soporte impreso o digital.
- Composición, manuscrita o digital, de textos propios del ámbito académico,
especialmente resúmenes, exposiciones sencillas, glosarios y conclusiones
sobre tareas y aprendizajes efectuados.
- Interés por la composición escrita como fuente de información y aprendizaje,
como forma de comunicar las experiencias, ideas, opiniones y conocimientos
propios y como forma de regular la conducta.
Comprensión de textos del ámbito académico, atendiendo especialmente awebs educativas.

 
Bloque 2. Lengua y sociedad
1. La variación espacial: dialectos y hablas.
- Principales fenómenos lingüísticos: seseo, ceceo, yeísmo, voseo, etc.
2. Las lenguas de España.
- Conocimiento general de la diversidad lingüística y de la distribución geográfica de
las lenguas de España, valorándola como fuente de enriquecimiento personal y
colectivo.

Bloque 3. Conocimiento de la lengua
1. Fonética y Ortografía (I).
- Correspondencia entre sonidos y grafías. La sílaba.
- Nociones básicas de acentuación y puntuación.
- Conocimiento y uso reflexivo de las normas ortográficas, apreciando su valor social
y la necesidad de ceñirse a la norma lingüística en los escritos.
2. Norma culta de la lengua española (I).
- Reconocimiento de las principales normas fonéticas.
- Lectura en voz alta (el enunciado).
- Cuestiones morfológicas: el artículo, el género y el número.
- Léxico (vulgarismos y localismos).
3. Gramática.
- Clases de palabras. El sustantivo y el adjetivo (características). El pronombre
(clasificación). El determinante (clasificación). El verbo: la conjugación. El adverbio.
La preposición. La conjunción. La interjección.
- Estructura de la oración simple. La concordancia.
- Reconocimiento del funcionamiento sintáctico de verbos de uso frecuente a partir
de su significado, identificando el sujeto y los complementos principales del verbo,
constatando la existencia de complementos necesarios o argumentales frente a los
no necesarios o adverbiales; comprensión de una terminología sintáctica básica:
oración; sujeto, verbo y complementos; sujeto y predicado; predicado nominal y
predicado verbal.
- Conocimiento de las modalidades de la oración y de los modos del verbo como
formas de expresar las intenciones de los hablantes.
- Identificación y uso reflexivo de algunos conectores textuales, con especial
atención a los temporales, explicativos y de orden, y de algunos mecanismos de
demostrativos) como léxicos (repeticiones, sinónimos y elipsis).
- Reconocimiento y uso coherente de las formas verbales en los textos, con especial
atención a los tiempos de pretérito en la narración.
- Uso de procedimientos para componer los enunciados con un estilo cohesionado,
especialmente la inserción en la oración de expresiones con valor explicativo,
como la aposición, el adjetivo y la oración de relativo.
- Distinción entre palabras flexivas y no flexivas y reconocimiento de las diferentes
categorías gramaticales.
- Identificación y uso de las formas lingüísticas de la deixis personal (pronombres
personales, posesivos y terminaciones verbales) en textos orales y escritos como
cartas y normas.
4. Léxico (I).
- Estructura de la palabra. Raíz, prefijos, sufijos.
- Reconocimiento de los mecanismos de formación de palabras (composición y
derivación).
referencia interna, tanto gramaticales (pronombres personales, posesivos y
Bloque 4. Educación literaria
1. Desarrollo de la autonomía lectora y aprecio por la literatura como fuente de placer y de
conocimiento del mundo.
2. Introducción a los géneros literarios a través de la lectura comentada de fragmentos
representativos de obras adecuadas a la edad. Análisis de sus rasgos más
característicos.
3. El lenguaje literario. Recursos lingüísticos más importantes.
- Lectura de varias obras adecuadas, en extensión y contenido, a la edad.
- Lectura comentada y recitado de poemas, reconociendo los elementos básicos del
ritmo, la versificación y las figuras semánticas más relevantes.
- Lectura comentada de relatos breves, incluyendo mitos y leyendas de diferentes
culturas, reconociendo los elementos del relato literario y su funcionalidad.
- Lectura comentada y dramatizada de obras teatrales breves, o de fragmentos,
reconociendo los aspectos formales del texto teatral.
- Identificación de los recursos lingüísticos propios de los textos de carácter literario.
4. Composición de textos de intención literaria utilizando algunos de los aprendizajes
adquiridos en las lecturas comentadas.
 
Bloque 5. Técnicas de trabajo
1. Iniciación al uso del diccionario, enciclopedias, correctores ortográficos de los
procesadores de textos y otras obras de consulta.
- Interpretación de las informaciones lingüísticas que proporcionan los diccionarios
escolares y otras obras de consulta, especialmente sobre clases de palabras,
relaciones semánticas del léxico (polisemia, homonimia, sinonimia, antonimia, etc.)
y normativa.
2. Técnicas de trabajo (I).
- Análisis (estrategias para una lectura correcta y técnicas para la toma de
anotaciones).
- Síntesis (práctica en la elaboración de esquemas, resúmenes).
- Utilización dirigida de la biblioteca del centro y de las tecnologías de la información
y la comunicación como fuente de información y de modelos para la composición
escrita.
- Utilización dirigida de la biblioteca del centro y de bibliotecas virtuales.
3. Presentación de la información.
- interés por la buena presentación de los textos escritos tanto manuscritos como
digitales, con respeto a las normas gramaticales, ortográficas y tipográficas.

CONTENIDOS

Bloque 1. Comunicación

domingo, 27 de marzo de 2011

Examen temas 9 y 10. Más preguntas sobre el libro Retablo jovial

Contenido

- Tipos de predicado: nominal o verbal

- Complementos del verbo (CD, CI, CC, CRV, ATRIBUTO)

-  La W. uso de ambos y sendos.

- Características del cuento fantástico.

- Repaso de los tiempos verbales.

- La noticia.

- Los homónimos.

lunes, 14 de marzo de 2011

COMPLEMENTO ARGUMENTAL. COMPLEMENTO DE REGIMEN (CRV)

Fijaos en la siguiente oración.

La decisión depende de ella.

Si decimos "La decisión depende" sin añadir ningún complemento, esta oración queda incompleta, por tanto NECESITA un complemento, este se llama COMPLEMENTO DE REGIMEN VERBAL 

El verbo depender exige la preposición de.

La aparición del Complemento de Régimen (CRV) no exige la desaparición de otros complementos, y éstos pueden localizarse entre el verbo y la preposición que rige:

El presidente convocó [a los ministros] a una reunión.

OTROS VERBOS QUE SUELEN LLEVAR NECESARIAMENTE PREPOSICIÓN y por tanto, llevan además un complemento de Regimen son:

- hablar de.                 Ej. Ella habló de su vida.
- acompañar a.           Ej. Lo acompañó al colegio.
                                                                 CRV
-confiar en.
 -despedirse de






                                               CRV

OTRO CUENTO FANTÁSTICO



http://www.youtube.com/watch?v=qEgwtwSGjSE

Haz click en este enlace y mira este video en el que Julio Cortázar define lo fantástico.

Casa tomada
[Cuento. Texto completo]
Julio Cortázar
Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.
Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las ultimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina. Almorzábamos al mediodía, siempre puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de unos platos sucios. Nos resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y cómo nos bastábamos para mantenerla limpia. A veces llegábamos a creer que era ella la que no nos dejó casarnos. Irene rechazó dos pretendientes sin mayor motivo, a mí se me murió María Esther antes que llegáramos a comprometernos. Entramos en los cuarenta años con la inexpresada idea de que el nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era necesaria clausura de la genealogía asentada por nuestros bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos primos se quedarían con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes de que fuese demasiado tarde.
Irene era una chica nacida para no molestar a nadie. Aparte de su actividad matinal se pasaba el resto del día tejiendo en el sofá de su dormitorio. No sé por qué tejía tanto, yo creo que las mujeres tejen cuando han encontrado en esa labor el gran pretexto para no hacer nada. Irene no era así, tejía cosas siempre necesarias, tricotas para el invierno, medias para mí, mañanitas y chalecos para ella. A veces tejía un chaleco y después lo destejía en un momento porque algo no le agradaba; era gracioso ver en la canastilla el montón de lana encrespada resistiéndose a perder su forma de algunas horas. Los sábados iba yo al centro a comprarle lana; Irene tenía fe en mi gusto, se complacía con los colores y nunca tuve que devolver madejas. Yo aprovechaba esas salidas para dar una vuelta por las librerías y preguntar vanamente si había novedades en literatura francesa. Desde 1939 no llegaba nada valioso a la Argentina.
Pero es de la casa que me interesa hablar, de la casa y de Irene, porque yo no tengo importancia. Me pregunto qué hubiera hecho Irene sin el tejido. Uno puede releer un libro, pero cuando un pullover está terminado no se puede repetirlo sin escándalo. Un día encontré el cajón de abajo de la cómoda de alcanfor lleno de pañoletas blancas, verdes, lila. Estaban con naftalina, apiladas como en una mercería; no tuve valor para preguntarle a Irene que pensaba hacer con ellas. No necesitábamos ganarnos la vida, todos los meses llegaba plata de los campos y el dinero aumentaba. Pero a Irene solamente la entretenía el tejido, mostraba una destreza maravillosa y a mí se me iban las horas viéndole las manos como erizos plateados, agujas yendo y viniendo y una o dos canastillas en el suelo donde se agitaban constantemente los ovillos. Era hermoso.
Cómo no acordarme de la distribución de la casa. El comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en la parte más retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un pasillo con su maciza puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde había un baño, la cocina, nuestros dormitorios y el living central, al cual comunicaban los dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa por un zaguán con mayólica, y la puerta cancel daba al living. De manera que uno entraba por el zaguán, abría la cancel y pasaba al living; tenía a los lados las puertas de nuestros dormitorios, y al frente el pasillo que conducía a la parte más retirada; avanzando por el pasillo se franqueaba la puerta de roble y mas allá empezaba el otro lado de la casa, o bien se podía girar a la izquierda justamente antes de la puerta y seguir por un pasillo más estrecho que llevaba a la cocina y el baño. Cuando la puerta estaba abierta advertía uno que la casa era muy grande; si no, daba la impresión de un departamento de los que se edifican ahora, apenas para moverse; Irene y yo vivíamos siempre en esta parte de la casa, casi nunca íbamos más allá de la puerta de roble, salvo para hacer la limpieza, pues es increíble cómo se junta tierra en los muebles. Buenos Aires será una ciudad limpia, pero eso lo debe a sus habitantes y no a otra cosa. Hay demasiada tierra en el aire, apenas sopla una ráfaga se palpa el polvo en los mármoles de las consolas y entre los rombos de las carpetas de macramé; da trabajo sacarlo bien con plumero, vuela y se suspende en el aire, un momento después se deposita de nuevo en los muebles y los pianos.
Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o en la biblioteca. El sonido venía impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tiré contra la pared antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad.
Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene:
-Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado parte del fondo.
Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.
-¿Estás seguro?
Asentí.
-Entonces -dijo recogiendo las agujas- tendremos que vivir en este lado.
Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella tardó un rato en reanudar su labor. Me acuerdo que me tejía un chaleco gris; a mí me gustaba ese chaleco.
Los primeros días nos pareció penoso porque ambos habíamos dejado en la parte tomada muchas cosas que queríamos. Mis libros de literatura francesa, por ejemplo, estaban todos en la biblioteca. Irene pensó en una botella de Hesperidina de muchos años. Con frecuencia (pero esto solamente sucedió los primeros días) cerrábamos algún cajón de las cómodas y nos mirábamos con tristeza.
-No está aquí.
Y era una cosa más de todo lo que habíamos perdido al otro lado de la casa.
Pero también tuvimos ventajas. La limpieza se simplificó tanto que aun levantándose tardísimo, a las nueve y media por ejemplo, no daban las once y ya estábamos de brazos cruzados. Irene se acostumbró a ir conmigo a la cocina y ayudarme a preparar el almuerzo. Lo pensamos bien, y se decidió esto: mientras yo preparaba el almuerzo, Irene cocinaría platos para comer fríos de noche. Nos alegramos porque siempre resultaba molesto tener que abandonar los dormitorios al atardecer y ponerse a cocinar. Ahora nos bastaba con la mesa en el dormitorio de Irene y las fuentes de comida fiambre.
Irene estaba contenta porque le quedaba más tiempo para tejer. Yo andaba un poco perdido a causa de los libros, pero por no afligir a mi hermana me puse a revisar la colección de estampillas de papá, y eso me sirvió para matar el tiempo. Nos divertíamos mucho, cada uno en sus cosas, casi siempre reunidos en el dormitorio de Irene que era más cómodo. A veces Irene decía:
-Fijate este punto que se me ha ocurrido. ¿No da un dibujo de trébol?
Un rato después era yo el que le ponía ante los ojos un cuadradito de papel para que viese el mérito de algún sello de Eupen y Malmédy. Estábamos bien, y poco a poco empezábamos a no pensar. Se puede vivir sin pensar.
(Cuando Irene soñaba en alta voz yo me desvelaba en seguida. Nunca pude habituarme a esa voz de estatua o papagayo, voz que viene de los sueños y no de la garganta. Irene decía que mis sueños consistían en grandes sacudones que a veces hacían caer el cobertor. Nuestros dormitorios tenían el living de por medio, pero de noche se escuchaba cualquier cosa en la casa. Nos oíamos respirar, toser, presentíamos el ademán que conduce a la llave del velador, los mutuos y frecuentes insomnios.
Aparte de eso todo estaba callado en la casa. De día eran los rumores domésticos, el roce metálico de las agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum filatélico. La puerta de roble, creo haberlo dicho, era maciza. En la cocina y el baño, que quedaban tocando la parte tomada, nos poníamos a hablar en vos más alta o Irene cantaba canciones de cuna. En una cocina hay demasiados ruidos de loza y vidrios para que otros sonidos irrumpan en ella. Muy pocas veces permitíamos allí el silencio, pero cuando tornábamos a los dormitorios y al living, entonces la casa se ponía callada y a media luz, hasta pisábamos despacio para no molestarnos. Yo creo que era por eso que de noche, cuando Irene empezaba a soñar en alta voz, me desvelaba en seguida.)
Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias. De noche siento sed, y antes de acostarnos le dije a Irene que iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua. Desde la puerta del dormitorio (ella tejía) oí ruido en la cocina; tal vez en la cocina o tal vez en el baño porque el codo del pasillo apagaba el sonido. A Irene le llamó la atención mi brusca manera de detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra. Nos quedamos escuchando los ruidos, notando claramente que eran de este lado de la puerta de roble, en la cocina y el baño, o en el pasillo mismo donde empezaba el codo casi al lado nuestro.
No nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta la puerta cancel, sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían más fuerte pero siempre sordos, a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancel y nos quedamos en el zaguán. Ahora no se oía nada.
-Han tomado esta parte -dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las hebras iban hasta la cancel y se perdían debajo. Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo.
-¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? -le pregunté inútilmente.
-No, nada.
Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de mi dormitorio. Ya era tarde ahora.
Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada.


1-¿Cuál de los temas del cuento fantástico está más cerca de lo tratado en el relato? ¿Por qué?
2- ¿De quién es la casa? ¿Qué tipo de relación une a los protagonistas? ¿Qué opinas de su relación?
3- ¿Cómo es la distribución de la casa? ¿Dónde comenzaron los ruidos? ¿Qué crees que signifique? ¿Cómo fueron tomándola?
4- ¿Qué papel desempeña el espacio en el cuento?
5- Elabora una hipótesais de lectura: ¿qué son los ruidos o qué representan, cuál es su causa, por qué se van? Debes citar partes del cuento para justificar tu respuesta.

domingo, 13 de marzo de 2011

CUENTO FANTÁTICO. Corazón delator de E. A. Poe

El corazón delator
[Cuento. Texto completo] Edgar Allan Poe
¡Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el más agudo de todos. Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo. Muchas cosas oí en el infierno. ¿Cómo puedo estar loco, entonces? Escuchen... y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi historia.
Me es imposible decir cómo aquella idea me entró en la cabeza por primera vez; pero, una vez concebida, me acosó noche y día. Yo no perseguía ningún propósito. Ni tampoco estaba colérico. Quería mucho al viejo. Jamás me había hecho nada malo. Jamás me insultó. Su dinero no me interesaba. Me parece que fue su ojo. ¡Sí, eso fue! Tenía un ojo semejante al de un buitre... Un ojo celeste, y velado por una tela. Cada vez que lo clavaba en mí se me helaba la sangre. Y así, poco a poco, muy gradualmente, me fui decidiendo a matar al viejo y librarme de aquel ojo para siempre.
Presten atención ahora. Ustedes me toman por loco. Pero los locos no saben nada. En cambio... ¡Si hubieran podido verme! ¡Si hubieran podido ver con qué habilidad procedí! ¡Con qué cuidado... con qué previsión... con qué disimulo me puse a la obra! Jamás fui más amable con el viejo que la semana antes de matarlo. Todas las noches, hacia las doce, hacía yo girar el picaporte de su puerta y la abría... ¡oh, tan suavemente! Y entonces, cuando la abertura era lo bastante grande para pasar la cabeza, levantaba una linterna sorda, cerrada, completamente cerrada, de manera que no se viera ninguna luz, y tras ella pasaba la cabeza. ¡Oh, ustedes se hubieran reído al ver cuán astutamente pasaba la cabeza! La movía lentamente... muy, muy lentamente, a fin de no perturbar el sueño del viejo. Me llevaba una hora entera introducir completamente la cabeza por la abertura de la puerta, hasta verlo tendido en su cama. ¿Eh? ¿Es que un loco hubiera sido tan prudente como yo? Y entonces, cuando tenía la cabeza completamente dentro del cuarto, abría la linterna cautelosamente... ¡oh, tan cautelosamente! Sí, cautelosamente iba abriendo la linterna (pues crujían las bisagras), la iba abriendo lo suficiente para que un solo rayo de luz cayera sobre el ojo de buitre. Y esto lo hice durante siete largas noches... cada noche, a las doce... pero siempre encontré el ojo cerrado, y por eso me era imposible cumplir mi obra, porque no era el viejo quien me irritaba, sino el mal de ojo. Y por la mañana, apenas iniciado el día, entraba sin miedo en su habitación y le hablaba resueltamente, llamándolo por su nombre con voz cordial y preguntándole cómo había pasado la noche. Ya ven ustedes que tendría que haber sido un viejo muy astuto para sospechar que todas las noches, justamente a las doce, iba yo a mirarlo mientras dormía.
Al llegar la octava noche, procedí con mayor cautela que de costumbre al abrir la puerta. El minutero de un reloj se mueve con más rapidez de lo que se movía mi mano. Jamás, antes de aquella noche, había sentido el alcance de mis facultades, de mi sagacidad. Apenas lograba contener mi impresión de triunfo. ¡Pensar que estaba ahí, abriendo poco a poco la puerta, y que él ni siquiera soñaba con mis secretas intenciones o pensamientos! Me reí entre dientes ante esta idea, y quizá me oyó, porque lo sentí moverse repentinamente en la cama, como si se sobresaltara. Ustedes pensarán que me eché hacia atrás... pero no. Su cuarto estaba tan negro como la pez, ya que el viejo cerraba completamente las persianas por miedo a los ladrones; yo sabía que le era imposible distinguir la abertura de la puerta, y seguí empujando suavemente, suavemente.
Había ya pasado la cabeza y me disponía a abrir la linterna, cuando mi pulgar resbaló en el cierre metálico y el viejo se enderezó en el lecho, gritando:
-¿Quién está ahí?
Permanecí inmóvil, sin decir palabra. Durante una hora entera no moví un solo músculo, y en todo ese tiempo no oí que volviera a tenderse en la cama. Seguía sentado, escuchando... tal como yo lo había hecho, noche tras noche, mientras escuchaba en la pared los taladros cuyo sonido anuncia la muerte.
Oí de pronto un leve quejido, y supe que era el quejido que nace del terror. No expresaba dolor o pena... ¡oh, no! Era el ahogado sonido que brota del fondo del alma cuando el espanto la sobrecoge. Bien conocía yo ese sonido. Muchas noches, justamente a las doce, cuando el mundo entero dormía, surgió de mi pecho, ahondando con su espantoso eco los terrores que me enloquecían. Repito que lo conocía bien. Comprendí lo que estaba sintiendo el viejo y le tuve lástima, aunque me reía en el fondo de mi corazón. Comprendí que había estado despierto desde el primer leve ruido, cuando se movió en la cama. Había tratado de decirse que aquel ruido no era nada, pero sin conseguirlo. Pensaba: "No es más que el viento en la chimenea... o un grillo que chirrió una sola vez". Sí, había tratado de darse ánimo con esas suposiciones, pero todo era en vano. Todo era en vano, porque la Muerte se había aproximado a él, deslizándose furtiva, y envolvía a su víctima. Y la fúnebre influencia de aquella sombra imperceptible era la que lo movía a sentir -aunque no podía verla ni oírla-, a sentir la presencia de mi cabeza dentro de la habitación.
Después de haber esperado largo tiempo, con toda paciencia, sin oír que volviera a acostarse, resolví abrir una pequeña, una pequeñísima ranura en la linterna.
Así lo hice -no pueden imaginarse ustedes con qué cuidado, con qué inmenso cuidado-, hasta que un fino rayo de luz, semejante al hilo de la araña, brotó de la ranura y cayó de lleno sobre el ojo de buitre.
Estaba abierto, abierto de par en par... y yo empecé a enfurecerme mientras lo miraba. Lo vi con toda claridad, de un azul apagado y con aquella horrible tela que me helaba hasta el tuétano. Pero no podía ver nada de la cara o del cuerpo del viejo, pues, como movido por un instinto, había orientado el haz de luz exactamente hacia el punto maldito.
¿No les he dicho ya que lo que toman erradamente por locura es sólo una excesiva agudeza de los sentidos? En aquel momento llegó a mis oídos un resonar apagado y presuroso, como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Aquel sonido también me era familiar. Era el latir del corazón del viejo. Aumentó aún más mi furia, tal como el redoblar de un tambor estimula el coraje de un soldado.
Pero, incluso entonces, me contuve y seguí callado. Apenas si respiraba. Sostenía la linterna de modo que no se moviera, tratando de mantener con toda la firmeza posible el haz de luz sobre el ojo. Entretanto, el infernal latir del corazón iba en aumento. Se hacía cada vez más rápido, cada vez más fuerte, momento a momento. El espanto del viejo tenía que ser terrible. ¡Cada vez más fuerte, más fuerte! ¿Me siguen ustedes con atención? Les he dicho que soy nervioso. Sí, lo soy. Y ahora, a medianoche, en el terrible silencio de aquella antigua casa, un resonar tan extraño como aquél me llenó de un horror incontrolable. Sin embargo, me contuve todavía algunos minutos y permanecí inmóvil. ¡Pero el latido crecía cada vez más fuerte, más fuerte! Me pareció que aquel corazón iba a estallar. Y una nueva ansiedad se apoderó de mí... ¡Algún vecino podía escuchar aquel sonido! ¡La hora del viejo había sonado! Lanzando un alarido, abrí del todo la linterna y me precipité en la habitación. El viejo clamó una vez... nada más que una vez. Me bastó un segundo para arrojarlo al suelo y echarle encima el pesado colchón. Sonreí alegremente al ver lo fácil que me había resultado todo. Pero, durante varios minutos, el corazón siguió latiendo con un sonido ahogado. Claro que no me preocupaba, pues nadie podría escucharlo a través de las paredes. Cesó, por fin, de latir. El viejo había muerto. Levanté el colchón y examiné el cadáver. Sí, estaba muerto, completamente muerto. Apoyé la mano sobre el corazón y la mantuve así largo tiempo. No se sentía el menor latido. El viejo estaba bien muerto. Su ojo no volvería a molestarme.
Si ustedes continúan tomándome por loco dejarán de hacerlo cuando les describa las astutas precauciones que adopté para esconder el cadáver. La noche avanzaba, mientras yo cumplía mi trabajo con rapidez, pero en silencio. Ante todo descuarticé el cadáver. Le corté la cabeza, brazos y piernas.
Levanté luego tres planchas del piso de la habitación y escondí los restos en el hueco. Volví a colocar los tablones con tanta habilidad que ningún ojo humano -ni siquiera el suyo- hubiera podido advertir la menor diferencia. No había nada que lavar... ninguna mancha... ningún rastro de sangre. Yo era demasiado precavido para eso. Una cuba había recogido todo... ¡ja, ja!
Cuando hube terminado mi tarea eran las cuatro de la madrugada, pero seguía tan oscuro como a medianoche. En momentos en que se oían las campanadas de la hora, golpearon a la puerta de la calle. Acudí a abrir con toda tranquilidad, pues ¿qué podía temer ahora?
Hallé a tres caballeros, que se presentaron muy civilmente como oficiales de policía. Durante la noche, un vecino había escuchado un alarido, por lo cual se sospechaba la posibilidad de algún atentado. Al recibir este informe en el puesto de policía, habían comisionado a los tres agentes para que registraran el lugar.
Sonreí, pues... ¿qué tenía que temer? Di la bienvenida a los oficiales y les expliqué que yo había lanzado aquel grito durante una pesadilla. Les hice saber que el viejo se había ausentado a la campaña. Llevé a los visitantes a recorrer la casa y los invité a que revisaran, a que revisaran bien. Finalmente, acabé conduciéndolos a la habitación del muerto. Les mostré sus caudales intactos y cómo cada cosa se hallaba en su lugar. En el entusiasmo de mis confidencias traje sillas a la habitación y pedí a los tres caballeros que descansaran allí de su fatiga, mientras yo mismo, con la audacia de mi perfecto triunfo, colocaba mi silla en el exacto punto bajo el cual reposaba el cadáver de mi víctima.
Los oficiales se sentían satisfechos. Mis modales los habían convencido. Por mi parte, me hallaba perfectamente cómodo. Sentáronse y hablaron de cosas comunes, mientras yo les contestaba con animación. Mas, al cabo de un rato, empecé a notar que me ponía pálido y deseé que se marcharan. Me dolía la cabeza y creía percibir un zumbido en los oídos; pero los policías continuaban sentados y charlando. El zumbido se hizo más intenso; seguía resonando y era cada vez más intenso. Hablé en voz muy alta para librarme de esa sensación, pero continuaba lo mismo y se iba haciendo cada vez más clara... hasta que, al fin, me di cuenta de que aquel sonido no se producía dentro de mis oídos.
Sin duda, debí de ponerme muy pálido, pero seguí hablando con creciente soltura y levantando mucho la voz. Empero, el sonido aumentaba... ¿y que podía hacer yo? Era un resonar apagado y presuroso..., un sonido como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Yo jadeaba, tratando de recobrar el aliento, y, sin embargo, los policías no habían oído nada. Hablé con mayor rapidez, con vehemencia, pero el sonido crecía continuamente. Me puse en pie y discutí sobre insignificancias en voz muy alta y con violentas gesticulaciones; pero el sonido crecía continuamente. ¿Por qué no se iban? Anduve de un lado a otro, a grandes pasos, como si las observaciones de aquellos hombres me enfurecieran; pero el sonido crecía continuamente. ¡Oh, Dios! ¿Qué podía hacer yo? Lancé espumarajos de rabia... maldije... juré... Balanceando la silla sobre la cual me había sentado, raspé con ella las tablas del piso, pero el sonido sobrepujaba todos los otros y crecía sin cesar. ¡Más alto... más alto... más alto! Y entretanto los hombres seguían charlando plácidamente y sonriendo. ¿Era posible que no oyeran? ¡Santo Dios! ¡No, no! ¡Claro que oían y que sospechaban! ¡Sabían... y se estaban burlando de mi horror! ¡Sí, así lo pensé y así lo pienso hoy! ¡Pero cualquier cosa era preferible a aquella agonía! ¡Cualquier cosa sería más tolerable que aquel escarnio! ¡No podía soportar más tiempo sus sonrisas hipócritas! ¡Sentí que tenía que gritar o morir, y entonces... otra vez... escuchen... más fuerte... más fuerte... más fuerte... más fuerte!
-¡Basta ya de fingir, malvados! -aullé-. ¡Confieso que lo maté! ¡Levanten esos tablones! ¡Ahí... ahí!¡Donde está latiendo su horrible corazón!
FIN

martes, 8 de marzo de 2011

Cómo se hace un trabajo de clase

http://www.onalita.com/cms_images/esp/Ejercicios/Como%20trabajo%20de%20clase.pdf

EJEMPLO DE DESCRIPCIÓN CIENTÍFICA/ OBJETIVA

EJEMPLOS DE DESCRIPCIONES
1.- Descripción científica:La drosophila melanogaster es una pequeña mosca que coloniza hábitats ricos en productos de fermentación: frutos en descomposición (mosca de la fruta) o bodegas (mosca del vinagre). En su adaptación a estos hábitats ha adquirido una tolerancia al etanol única en el reino animal. [...]
La drosophila melanogaster presenta un marcado dimorfismo sexual en su fase adulta, lo que facilita enormemente su utilización. Los rasgos que pueden permitir una fácil y rápida identificación son los siguientes: machos, más pequeños y activos, últimas bandas abdominales fusionadas formando una mancha negra en el extremo del abdomen, final del abdomen redondeado y posesión de peines sexuales en el primer par de patas; hembras, mayores y menos activas, últimas bandas abdominales sin fusionar, final del abdomen más puntiagudo, sin peines sexuales.
Diego A. Blanco de la Cruz y M.ª Victoria Mena Bellón: «Drosophila melonogasrer: una especie idónea para la enseñanza de las ciencias naturales» en Nueva Revista de Enseñanzas Medias, MEC